GRNB ETF: Pregunta y respuesta
02 diciembre 2021
Tiempo de Lectura 17 MIN
El Acuerdo de París fijó el objetivo de limitar en gran medida el calentamiento global dentro de los 2 grados centígrados, por encima de los niveles preindustriales, mediante la reducción de los gases del efecto invernadero. Para lograr ese objetivo, se necesita una inversión muy grande en infraestructura, y los bonos ecológicos son un importante mecanismo de financiamiento para dirigir el capital hacia los proyectos alineados en París. Además, los bonos ecológicos pueden ayudar a los inversores a armar carteras principales de renta fija sostenibles sin afectar de manera significativa el riesgo y la rentabilidad. Este blog pretende responder a preguntas frecuentes sobre los bonos ecológicos y, más concretamente, sobre el fondo ETF de Bonos Ecológicos de VanEck (GRNB).
- ¿Qué es un bono ecológico?
- Pero, ¿cómo sabe usted si un bono ecológico es, en efecto, "ecológico"?
- ¿Qué tan grande es el mercado de bonos ecológicos?
- ¿Para qué se usan los bonos en GRNB?
- ¿Cómo se mide el impacto ambiental?
- ¿Qué función pueden cumplir los bonos ecológicos en una cartera?
- ¿En qué se diferencian los bonos ecológicos de otros tipos de valores de renta fija etiquetados sostenibles?
¿Qué es un bono ecológico?
Un bono ecológico es simplemente un título de deuda, donde el emisor del bono utiliza los fondos de la emisión para financiar proyectos respetuosos con el medio ambiente. En general, los bonos ecológicos están respaldados por la plena fe y el crédito del emisor y tienen igual prioridad que otros bonos con los mismos privilegios, en lugar de estar garantizados por el proyecto en sí. Dicho de otro modo, un bono ecológico es como cualquier otro bono, con la salvedad de que los fondos tienen un seguimiento aparte y los inversores saben qué es lo que financian. Un bono ecológico se define por los proyectos que financia, y no por las actividades más generales del emisor.
Como un bono ecológico posee los mismos generadores fundamentales de riesgo que otro no ecológico del mismo emisor, debería ofrecer rendimientos similares en igualdad de condiciones. La única diferencia, por lo tanto, debería ser la transparencia adicional que ofrece (aunque pueden darse diferencias de precio, debido a factores como la oferta y demanda, o diferencias en la liquidez subyacente). Creemos que esta similitud estructural ha sido un factor crítico que contribuyó al éxito del mercado de bonos ecológicos durante la década pasada.
La transparencia y la información adicionales que conlleva una emisión de bonos ecológicos no son habituales en el mercado de bonos. Los emisores emiten los bonos ecológicos conforme a una estructura que especifica qué tipos de proyectos se pueden financiar con el programa de un emisor, cómo la dirección evaluará los proyectos, cómo se segregarán y seguirán los fondos de los bonos ecológicos y la frecuencia de la información posterior a la emisión y el tipo de información que se incluirá. Los emisores no solo informan sobre el uso previsto de los fondos antes de una emisión de bonos especificada en la presentación de información reglamentaria del bono, sino que también, por lo general, proporcionan información a los inversores con posterioridad a la emisión, donde indican los detalles específicos del proyecto y, en muchos casos, los impactos previstos o reales, como el caudal de capacidad de energía renovable nueva que se ha logrado o la reducción de los gases del efecto invernadero derivados de los proyectos financiados. Muchos inversores también obtienen una segunda opinión sobre su estructura de bonos ecológicos y pueden incluso recibir una certificación de terceros verificadores para emisiones específicas de bonos ecológicos.
Pero, ¿cómo sabe usted si un bono ecológico es, en efecto, "ecológico"?
Los bonos ecológicos pueden financiar una amplia gama de proyectos que pueden considerarse "ecológicos" debido a sus impactos positivos en el medio ambiente. Pueden incluir proyectos de energías renovables, edificios energéticamente eficientes y transporte público. También puede incluir infraestructuras de transmisión de energía, investigación de nuevas tecnologías que puedan dar lugar a procesos de fabricación más respetuosos con el medio ambiente o financiación de vehículos eléctricos. El requisito principal es que estos proyectos se divulguen, para que los participantes en el mercado dispongan de la información necesaria para determinar si un bono ecológico es, en efecto, ecológico. Se puede considerar que un emisor que proporciona esta transparencia y sigue otras prácticas recomendadas, como delimitar el uso de los fondos y brindar información posterior a la emisión, pero que no obtiene ninguna otra certificación ha emitido un bono ecológico "autoetiquetado". Sin embargo, muchos inversores quieren garantías adicionales de que los proyectos financiados son realmente beneficiosos para el medio ambiente y que están enfocados hacia una economía de cero emisiones de carbono.
Afortunadamente, se han desarrollado diversas taxonomías (un sistema de clasificación de proyectos) y en un número cada vez mayor de mercados se han establecido definiciones reglamentarias sobre qué es lo que constituye un proyecto ecológico. Los proyectos financiados mediante bonos ecológicos se pueden evaluar en función de estas taxonomías y de diversas definiciones reglamentarias. Creemos que la taxonomía de bonos ecológicos que desarrolló la Iniciativa de Bonos Climáticos (CBI, por sus siglas en inglés) ha proporcionado una herramienta valiosa para los inversores internacionales, en ausencia de una norma internacional. La CBI es una organización no gubernamental abocada a movilizar a los mercados internacionales de renta fija para soluciones climáticas. Una de las principales formas de conseguirlo es a través de la promoción de normas de mercado que proporcionen a los inversores y emisores la confianza necesaria para crear un mercado de bonos ecológicos que sea grande, líquido y convencional. La taxonomía de la CBI es la columna vertebral de varios programas de etiquetado y certificaciones, y ofrece una guía para los activos y proyectos alineados con cuestiones climáticas. Esta taxonomía se funda en la ciencia climática de vanguardia y la guía el objetivo general de lograr una reducción drástica y rápida de emisiones de gases del efecto invernadero, a fin de restringir el calentamiento global a menos de 2 grados Celsius. La taxonomía proporciona a los inversores y otros participantes del mercado la confianza de que su inversión en bonos ecológicos está en consonancia con los objetivos climáticos del Acuerdo de París.
El fondo ETF de Bonos Ecológicos VanEck sigue el Índice S&P Green Bond U.S. Dollar Select, que se compone de bonos ecológicos denominados en dólares estadounidenses, designados "ecológicos" por la Iniciativa de Bonos Climáticos. Consideramos que esta selección adicional les brinda confianza a los inversores de que los bonos incluidos no son meramente autoetiquetados como ecológicos, sino que fueron evaluados en función de una taxonomía transparente y estricta, por una organización independiente que se basa en la ciencia climática y refleja la opinión de múltiples grupos de interés, incluidos expertos del ámbito académico, industrial, agencias internacionales y otras organizaciones no gubernamentales.
¿Qué tan grande es el mercado de bonos ecológicos?
Desde que se emitió el primer bono ecológico en 2007, el mercado de estos bonos ha crecido de manera significativa. A lo largo de la década pasada, la emisión, en general, aumentó cada año hasta alcanzar los $3.000 millones en 2020. En lo que va del año actual, la emisión ya superó ese monto y se registran más de $410.000 millones en nuevas emisiones de bonos ecológicos hasta el 19 de noviembre de 20211. El crecimiento del mercado comenzó a acelerarse en 2013, tras la adopción de los Principios de Bonos Ecológicos, que establecieron prácticas recomendadas en torno a la emisión de bonos ecológicos en lo que hace al uso de los fondos, la evaluación de los proyectos, la gestión de los fondos y la presentación de información. Desde entonces, además de las grandes emisiones soberanas de referencia, otras iniciativas de legisladores para establecer normas y definiciones claras han contribuido a estimular el crecimiento. El incremento de la demanda de un amplio espectro de inversores, más que nada, ha impulsado el crecimiento del mercado de bonos ecológicos, ya que los inversores buscan soluciones para armar carteras de renta fija sostenibles. Con este crecimiento, el mercado se ha diversificado cada vez más, dado que emisores corporativos y soberanos se incorporaron a bancos de desarrollo multilaterales, y un número creciente de emisores municipales, de mercados emergentes, respaldados por activos y de alto rendimiento también han emitido bonos ecológicos.
La emisión de bonos ecológicos ha crecido de manera significativa
Fuente: Iniciativa de Bonos Climáticos, al 19/11/2021.
El S&P Green Bond Index, un índice amplio que sigue el mercado de bonos ecológicos mundial, tenía un valor de mercado de alrededor de $1,1 trillones al 31/10/2021, frente a $110.000 millones cinco años antes, lo que refleja una tasa de crecimiento anualizado de cinco años de casi el 60%. Este crecimiento fabuloso les permite a los inversores adaptar mejor las carteras que están estructuradas en función de sus objetivos de inversión particulares. Por ejemplo, más del 60% del mercado de bonos ecológicos mundial está denominado en euros, lo que pone de manifiesto las fuentes principales tanto de oferta como de demanda, a nivel mundial. Para los inversores con sede en EE.UU. que buscan construir una cartera de bonos con conciencia climática, una amplia exposición global a los bonos ecológicos puede significar sobreponderar los bonos denominados en euros de rendimiento bajo o negativo y una exposición relativamente baja a los emisores domiciliados en EE.UU.. El segmento de dólares estadounidenses del mercado, si bien es solo una porción del mercado mundial, tiene un valor de mercado superior a los $200.000 millones y está bien diversificado. Por tal razón, los inversores pueden apuntar a los bonos ecológicos denominados en dólares estadounidenses para armar carteras de renta fija sostenibles sin tener que sacrificar el rendimiento o asumir un riesgo cambiario. Además se pueden evitar los costos y en ocasiones, impactos impositivos imprevistos de la cobertura cambiaria.
Aunque el mercado de bonos ecológicos mundial ha crecido de manera significativa, sigue siendo relativamente pequeño en el contexto de los mercados de deuda mundial de $100 trillones. Creemos que el mercado continuará creciendo significativamente durante los próximos años para ayudar a financiar las inversiones necesarias para lograr el objetivo del Acuerdo de París y reducir ampliamente las emisiones de gases del efecto invernadero para 2030, lo cual les ofrece a los inversores una forma potencialmente atractiva de participar en la transición hacia una economía de cero emisiones de carbono. Merece destacarse que los bonos ecológicos son una pieza importante de la solución de financiamiento para lograr estos objetivos, pero son parte de un conjunto más amplio de soluciones de financiamiento ecológico, que incluye bonos sostenibles, bonos ligados a la sostenibilidad, préstamos ecológicos y deuda privada. No obstante, la mayor duración de los bonos ecológicos es particularmente adecuada para activos de larga duración que generan flujo de efectivo, y la información que proporcionan satisface el deseo general, tanto de reguladores como de inversores, de transparencia y de una mayor importancia a la doble materialidad. Por tal motivo, creemos que los bonos ecológicos seguirán siendo una pieza fundamental de la combinación de financiamiento para infraestructura ecológica y otras inversiones afines al medio ambiente a futuro.
¿Para qué se usan los bonos en GRNB?
Como puede observarse en el gráfico de abajo, la mayoría de los proyectos financiados por bonos en la cartera de GRNB se clasifican en tres amplias categorías: Energía renovable (41%), Edificios ecológicos (24%) y Transporte limpio (19%).
Proyectos financiados con bonos ecológicos
Fuente: VanEck e información presentada por emisores, al 30/9/2021.
El uso de fondos entre bonos en GRNB se alinea estrechamente con el del mercado de bonos mundial. Aunque era esperable, la energía renovable ha permanecido como la destinataria principal de capital durante los últimos años. A la luz de las necesidades de inversión sólo en el sector de la energía para la transición a una economía neta cero, es poco probable que esto se ralentice en un futuro inmediato. Varias empresas de servicios públicos estadounidenses, como MidAmerican Energy, Duke Energy y Xcel Energy, han emitido bonos ecológicos para financiar proyectos de energía solar y eólica en todo el país. Los bonos en GRNB también han financiado infraestructura de transmisión y distribución, medidores eléctricos inteligentes y tecnología de almacenamiento de batería.
El desarrollo y las modernizaciones de las edificaciones ecológicas también desempeñan un papel sumamente importante en cuanto a lograr los objetivos climáticos mundiales, teniendo en cuenta que los edificios generan el 40% de las emisiones anuales de carbono en el mundo.2 Varios REIT estadounidenses, como Alexandria Real Estate Equities, Boston Properties y Vornado, han emitido bonos ecológicos para financiar propiedades comerciales, residenciales y locales minoristas con certificación ecológica, como la emblemática Salesforce Tower en San Francisco.
De manera similar, el transporte continúa siendo un área de atención en la lucha contra el cambio climático, dado que actualmente representa cerca del 24% de las emisiones globales y crece a una tasa superior a la de cualquier otro sector.3 Dado que los automóviles son los grandes contribuyentes de emisiones dentro de la categoría de transporte, los bonos ecológicos como los emitidos por Toyota Auto Receivables, Kia Motors y Hyundai Capital Services para financiar compras de vehículos eléctricos pueden tornarse cada vez más habituales en el sector. Los proyectos de transporte público, como los que ha construido y opera la Autoridad del Tránsito Metropolitana en la ciudad de Nueva York y el MTR en Hong Kong, que emitieron bonos ecológicos mantenidos por GRNB, continuarán desempeñando un papel preponderante en la reducción de emisiones en áreas urbanas y contribuirán a crear ciudades más habitables y sostenibles en todo el mundo.
Hay otras categorías de proyectos que persisten como destinatarias mucho más pequeñas de la inversión ecológica, pero creemos que podrían recibir una mayor inversión en los próximos años. Si bien la mayor parte de la atención y la inversión tiende a dirigirse a proyectos que puedan detener o ralentizar el calentamiento global, adaptarse a los impactos actuales del cambio climático también demanda una inversión importante. Aunque el calentamiento global suele encabezar la lista de preocupaciones de los inversores, la creciente atención sobre al impacto catastrófico de la pérdida de biodiversidad también puede conducir a una mayor inversión en esfuerzos de conservación terrestre y acuática, lo que requerirá financiación. La adaptación al cambio climático y los esfuerzos de conservación de la biodiversidad terrestre y acuática recibieron menos del 1% de los fondos de bonos ecológicos entre los bonos de la cartera de GRNB.4
¿Cómo se mide el impacto ambiental?
Los bonos ecológicos pueden ser particularmente atractivos para impactar a los inversores, dada la transparencia y la información que se proporciona respecto del uso de los fondos. En la mayoría de los casos, los emisores pueden identificar los proyectos financiados por un bono concreto, lo que permite a los inversores saber no sólo cómo se asignaron los fondos, sino también los detalles específicos del proyecto, como la ubicación y el impacto medioambiental previsto. Por ejemplo, el principal emisor de bonos ecológicos estadounidense, Fannie Mae5, ofrece nivel de indicador CUSIP Multifamily Green MBS para cada uno de los bonos ecológicos que ha emitido, así como un sobre su programa general de bonos ecológicos. Se proporcionan indicadores tales como reducciones estimadas anuales de energía, agua y emisiones, que son indicadores habituales que también informan otros emisores de bonos ecológicos. Además, Fannie Mae ofrece estimaciones de diversos indicadores de impacto social y económico, incluido el número de empleos creados o respaldados por su inversión y el ahorro promedio de costos en servicios públicos para los dueños de viviendas.
Los datos sobre impactos, como los de Fannie Mae, nos permiten estimar el posible impacto ambiental que puede tener una inversión en bonos ecológicos. Por ejemplo, si juntamos todos los datos disponibles de bonos en GRNB, identificamos el siguiente impacto por cada $1 millón invertido6:
Impacto: | Indicador (por $1 millón invertido): | Equivalente a7: |
Ahorro energético por la mejora de la eficiencia | 244 megavatios por hora | Alrededor de $34.000 en ahorro, o la factura de electricidad anual de 25 hogares promedio de EE. UU. |
Generación de electricidad renovable | 989 megavatios por hora | Electricidad suficiente para 92 hogares estadounidenses por año |
Emisiones de gases del efecto invernadero reducidas o evitadas | 807 toneladas métricas | 175 automóviles retirados de circulación por año |
Tierra protegida | 13 hectáreas | 18 canchas de fútbol |
Lamentablemente, no todos los emisores facilitan el mismo nivel de datos que Fannie Mae, aunque el número de emisores que brindan información posterior a la emisión ha aumentado con el tiempo y también su calidad. Casi un 90% ofrece información sobre cómo se asignan los fondos de los bonos y el 77% de los emisores proporciona estimaciones de impacto ambiental.8 Sin embargo, los emisores que informan indicadores de impacto pueden no siempre aplicar los mismos supuestos en los cálculos y los emisores actualmente pueden reportar indicadores de su elección y no los requeridos para informar mediciones de impacto. Prevemos que con el tiempo habrá una mayor estandarización (ya sea producto de demandas reglamentarias o basada en el mercado) de ambos indicadores reportados y de los supuestos de cálculos, lo que permitirá comparar mejor los bonos ecológicos con los datos agregados a nivel de las carteras.
Al mismo tiempo, aunque algunos proyectos se prestan para cálculos de impacto ambiental mensurables, otros proyectos ecológicos pueden tener impactos que sean más difíciles de cuantificar. Por ejemplo, en 2020, NXP Semiconductors fue una de las primeras empresas de semiconductores que emitió un bono ecológico y recaudó $1.000 millones para proyectos ecológicos que reunían los requisitos.9 La mayor parte de los fondos se invirtió en diversas actividades de investigación y desarrollo, incluido un aumento de la eficiencia energética en adaptadores de potencia, una ampliación de la gama de automóviles eléctricos e híbridos mediante un mejor control de la batería y administración de la energía, y una reducción del consumo eléctrico de las redes 5G. Todas estas innovaciones tecnológicas podrían impulsar resultados ambientales positivos, pero son difíciles de cuantificar hasta el momento de su comercialización. Por otra parte, los emisores de bonos ecológicos, en general, no proporcionan datos de asignación y estimaciones de impacto hasta después de que haya transcurrido un año de la emisión del bono, por lo tanto podría no haber todavía datos para muchos bonos ecológicos debido al crecimiento del mercado este último año.
¿Qué función pueden cumplir los bonos ecológicos en una cartera?
Los bonos ecológicos pueden ser adecuados para una asignación de bonos principales y permitir de este modo que los inversores armen una cartera de renta fija más sostenible, con muy bajo impacto en el riesgo o la rentabilidad. Como se mencionó anteriormente, un bono ecológico es igual a cualquier otro bono, salvo que el uso de los fondos se informa claramente. Desde una perspectiva de riesgo y rentabilidad, los impulsores fundamentales son idénticos, en igualdad de condiciones. A nivel agregado, el mercado de bonos ecológicos es similar a los bonos principales, pues son multisectoriales, tienen alta calidad crediticia y un rendimiento y una duración que no difieren en gran medida de la referencia general de los bonos principales.10 Los inversores que asignan a bonos ecológicos también pueden lograr una diversificación adicional, ya que estos bonos tienden a orientarse más hacia los emisores corporativos y menos a los gubernamentales (hasta la fecha, el Tesoro estadounidense no ha emitido ningún bono ecológico). No obstante, como se observa a continuación, estas amplias similitudes les permiten a los inversores asignar una parte de una cartera de bonos principales a bonos ecológicos, sin afectar significativamente el riesgo y la rentabilidad, sobre la base de las características tradicionales de las carteras, como el rendimiento y la duración.
Bonos agregados de EE. UU. (100%) | Bonos Ecológicos en dólares americanos (100%) | Bonos agregados de EE. UU. (80%) y Bonos Ecológicos en dólares americanos (20%) |
|
Rendimiento (%) | 1.51 | 2.16 | 1.64 |
Duración modificada (años) | 6.86 | 6.01 | 6.69 |
Financiero | 9% | 34% | 14% |
Gobierno | 43% | 19% | 38% |
Servicios públicos | 2% | 22% | 6% |
Valores respaldados por hipotecas | 27% | 6% | 23% |
Energía | 2% | 5% | 3% |
Industríal | 2% | 4% | 3% |
Otros | 15% | 10% | 14% |
Grado de inversión | 100% | 84% | 97% |
Sin grado de inversión | 0% | 16% | 3% |
Fuente: Índices S&P Dow Jones e índices ICE Data, al 30/9/2021. Los bonos ecológicos están representados por el índice S&P Green Bond U.S. Dollar Select. Los bonos agregados de EE. UU. está representado por el índice ICE BofA US Broad Market. El grado de inversión incluye los bonos sin calificación, emitidos por empresas patrocinadas por el gobierno de EE. UU. Los resultados reales pueden diferir. Consulte la información importante y las descripciones de los índices a continuación.
Desde otra perspectiva, los bonos ecológicos pueden considerarse como una herramienta de gestión de riesgos para los inversores de renta fija que quieren armar una cartera más resistente al clima. Si se tiene en cuenta que los bonos ecológicos se emiten únicamente para financiar proyectos afines al medio ambiente, es natural concluir que los emisores que gestionen y se aboquen de manera proactiva a los riesgos medioambientales tienden a ser emisores de bonos ecológicos. Como ya se dijo, los niveles generales de rendimiento de los bonos ecológicos tienen a ser similares a los de los bonos no ecológicos, lo que indica que el mercado podría no estar colocándole un precio alto al riesgo climático, pese a que ha habido varios ejemplos idiosincráticos en los cuales este riesgo se vio reflejado. En la medida en que el mercado comience a considerar estos riesgos de manera más sistemática en el futuro, los bonos ecológicos y, quizás, otros bonos emitidos por el mismo emisor, podrían ser más resistentes, mientras que los bonos de emisores con mayor riesgo climático podrían experimentar una pérdida de valor.
¿En qué se diferencian los bonos ecológicos de otros tipos de valores de renta fija etiquetados sostenibles?
Existe un mercado creciente para otras estructuras de financiamiento innovadoras en el mercado de bonos, que son similares, aunque distintas, de los bonos ecológicos. Han surgido algunos otros bonos para "uso de fondos", que aprovechan la estructura de los bonos ecológicos para las inversiones sociales y que tienen una gran variedad de nombres diferentes. Los "bonos sociales", por ejemplo, se emiten exclusivamente para financiar proyectos con resultados sociales positivos, como brindar acceso a infraestructura básica, vivienda asequible, seguridad alimentaria o progreso y empoderamiento socioeconómico. A principios de 2020 se produjo un aumento marcado de la emisión de bonos sociales, dado que muchos emisores mudaron sus prioridades al gasto relacionado con atención de salud y la pandemia. Los "bonos de sostenibilidad" también se han emitido para permitirles a los emisores financiar proyectos ya sea ecológicos o sociales. Estas diferentes etiquetas les permiten a los inversores lograr objetivos tanto ecológicos como sociales en su cartera, y adaptar su exposición en función de sus objetivos propios. Los bonos ecológicos apuntan a los inversores que buscan resultados medioambientales positivos.
Los "bonos ligados a la sostenibilidad" son una estructura más nueva que no restringe la forma en que pueden usarse los fondos, sino que vincula los pagos de intereses con indicadores de rentabilidad definidos previamente que el emisor establece en el momento de la emisión. Por ejemplo, un bono ligado a la sostenibilidad puede ofrecer cupones más bajos (altos) con el tiempo si la calificación medioambiental u otra relativa a la sostenibilidad del emisor, declarada por un proveedor de datos específico, aumenta (disminuye) durante la duración del bono. Estas estructuras pueden ofrecer mayor flexibilidad a los emisores y ser atractivas para los emisores que no poseen una cartera de proyectos ecológicos robusta, o aquellos que participan en negocios más "marrones", que están intentando pasarse al área verde (ecológica). Consideramos que antes de que este mercado pueda madurar, se ha de prestar una mayor atención a preguntas válidas en torno al alineamiento de los incentivos, la definición y medición de los indicadores clave de rendimiento y si los cupones más elevados son lo suficientemente punitorios. No obstante, la estructura es prometedora y podría servir como otra herramienta útil en el ecosistema general del financiamiento sostenible.
El índice GRNB no considera de forma explícita si a algo se lo refiere como bono ecológico o sostenible, sino que exige que se informe con claridad el uso de los fondos y solo incluirá un bono si el 95% de los fondos está destinado a proyectos medioambientales, alineados con la taxonomía de la CBI. Por lo tanto, los bonos ligados a la sostenibilidad no son elegibles debido a la falta de transparencia respecto al uso de los fondos. El índice puede excluir "bonos de sostenibilidad" que revelan asignaciones significativas a inversiones en el área social, como escuelas u hospitales. Los denominados "bonos azules" se emiten únicamente para apoyar la conservación de océanos salubres, y podrían ser elegibles para el índice de GRNB si los proyectos están alineados con la taxonomía de proyectos de la CBI, que incluye varios proyectos marinos, como proyectos de protección y restauración de ecosistemas naturales. Además, dado que los bonos ecológicos evaluados en función de la taxonomía de la CBI informan cómo se usan sus fondos y están en línea con el Acuerdo de París, a diferencia de los proyectos de "transición", creemos que pueden ser atractivos para los inversores que buscan armar una cartera de impacto "verde más oscuro".
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