Los Activos Digitales prometen una nueva forma de llegar a un consenso global; un modelo basado en las matemáticas que puede garantizar la escasez al tiempo que permanece abierto a cualquier persona con una conexión a Internet. Bitcoin, el activo digital más conocido, se considera un depósito de valor en una era de incertidumbre, una especie de oro digital. Al igual que el oro, su suministro es limitado. Nunca habrá más de 21 millones de Bitcoins y se emitirán a un ritmo conocido. Esto contrasta con las monedas fiduciarias, en las que el aumento de la oferta monetaria puede avivar la inflación y devaluar la moneda.
El valor de los activos digitales más recientes, como Ethereum, Tron y Solana, está vinculado a su rápido crecimiento como plataformas para contratos inteligentes.
En términos generales, los activos digitales ofrecen diversificación respecto a las clases de activos tradicionales, ya que sus precios tienden a moverse de forma independiente.
Sin embargo, los precios de los activos digitales son volátiles y están sujetos a rápidas oscilaciones. Debido a ello y a los demás riesgos a los que están vinculados, sólo deberían formar una parte limitada de la cartera global de un inversor.
Invertir directamente en activos digitales está plagado de dificultades y riesgos. Se necesita conservar una clave privada para un monedero de activos digitales. Pero existen muchos casos de pérdida de claves si se conservan directamente o de claves pirateadas si se conservan en una bolsa (1).
Es mucho más sencillo y seguro invertir en activos digitales a través de una nota cotizada en bolsa (ETN). Los activos digitales que respaldan estos ETN son almacenados por depositarios profesionales regulados (2).
La elección de la moneda en la que invertir depende de cada inversor. Obviamente, cambiará en distintos momentos y la volatilidad de los precios a corto plazo suele depender de los cambios en la cuota de mercado o el impulso.
Bitcoin es el punto de partida para muchos inversores porque su caso de uso es sencillo, su red es una de las más descentralizadas y el impulso de su precio a largo plazo ha sido fuerte. Muchos inversores profesionales, grandes empresas e incluso una nación soberana (El Salvador) han invertido en esta original criptomoneda.
Sin embargo, con frecuencia conviene diversificar o repartir las inversiones. Aunque Bitcoin fue el primer activo digital, los más recientes ofrecen casos de uso diferentes. De hecho, los activos digitales de segunda o tercera generación como Ethereum y Solana están respaldados por una tecnología más avanzada, lo que puede impulsar la demanda de capacidad de red y de sus tokens.
Es difícil predecir cuáles serán las criptomonedas dominantes dentro de 20 años. Por esa razón, puede ser inteligente invertir en una cesta de activos digitales. Los inversores siempre deben tener en cuenta los riesgos antes de invertir en activos digitales.
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